Las ratios escolares
El domingo 27 de junio de 2021, Clara Grima decía en el magnífico programa de RNE No es un día cualquiera: “en una clase de 30 alumnos no se puede hacer nada (…) lo primero que hay que hacer es bajar las ratios”. Según su compañera Marisol, “la única asignatura que no nos han enseñado en la Facultad de Matemáticas es, cómo decir durante una hora, una frase de matemáticas intercalándola con “siéntate”, “devuélvele el estuche a tu compañero”, “cierra la ventana”, “quita los pies de la mesa”.
Mi promedio de alumnos es de alrededor de 8 alumnos por grupo, pero en ocasiones – igual que le pasa a Marisol – también pierdo mucho tiempo llamando al orden, así que pienso que, aunque bajar la ratio sea bueno, educar en la responsabilidad probablemente sea mejor.
Inger Enkvist, en Controversias Educativas, dice que “deberíamos ser asiáticos en el sentido de poner la educación del hijo en el centro de la vida familiar (…) Pensemos en el concepto de resiliencia que se aplica en China, donde a los niños se les exige mucha responsabilidad en relación a lo que rinden. Si su resultado es malo, padres y profesores reprenden al niño por no esforzarse lo suficiente. Él siente que la responsabilidad es cosa suya y que lo tiene que hacer (…) A un niño occidental, por el contrario, no se le exige más que asistir a clase y comportarse bien. No tiene que sobreponerse a recibir una mala evaluación, pero es necesario aprender a luchar y a intentar superarse. Esto, que hace más fuerte al niño, es algo que necesita para cualquier cosa en la vida: para mantener un trabajo o para relacionarse con la familia” (pág. 104).
En ocasiones, los padres desplazamos a la escuela toda la responsabilidad de educar a los niños. Profesores y padres tenemos que luchar juntos por su educación, y si los profesores estamos solos no podemos sacar la tarea adelante. Enkvist también dice que “En Ocidente hay muchos padres que se preocupan mucho por sus hijos y, a la vez, se olvidan de cuestiones esenciales. Por ejemplo, les llenan de actividades extraescolares (…) y apenas disponen tiempo para conversar tranquilamente en casa sobre lo que ha ocurrido en el colegio” (pág. 104).
Si a los niños se les educa en la responsabilidad, en una clase de 30 alumnos se pueden hacer grandes cosas. Por ejemplo, el profesor puede explicar primero la teoría, poner una tarea y después dividir la clase en pequeños grupos para que la resuelvan. Si los chicos no son responsables, mucho me temo que Marisol seguiría pasando la hora llamando al orden en una clase de 15 alumnos. Y no estoy diciendo que no bajen las ratios, simplemente que no se está poniendo el foco en el problema principal.
Los niños tienen que aprender que existen las consecuencias de nuestros actos. En China pueden funcionar bien clases de 50 alumnos porque, si hay algún problema, los profesores piden ayuda a los padres y estos realmente colaboran.
Aprendizaje memorístico
Quisiera acabar mencionando otro punto de la entrevista a Clara Grima. Carles Mesa comentó que el gobierno español está planteando una reforma educativa, con un modelo de aprendizaje menos memorístico y basado más en la aplicación de conocimientos. Clara cree que la reforma no va bien encaminada porque, aunque está de acuerdo en que sea menos memorístico (piensa que memorizar no es necesario, y que ahora se utiliza el sistema memorístico porque no hay alternativa), lo que se tiene que hacer es bajar las ratios. Con unas aulas razonables, se pueden bajar los procesos memorísticos y enseñar Matemáticas como una herramienta que sirve para pensar y para resolver problemas.
Yo enseño chino a mis alumnos, y los alfabetizo al mismo tiempo: para poder leer los textos, tienen que memorizar cientos de caracteres. Si a mí me preguntaran sobre la reforma educativa, diría que todo es importante, la memorización y la aplicación de conocimientos. ¿Cómo voy a conseguir que mis alumnos memoricen caracteres, si en la escuela no han adoptado el hábito de memorizar? Quizá memorizar no sea tan importante para un matemático, pero sí que lo es para un médico, o un abogado.
Y al igual que un médico tiene que memorizar y practicar los conocimientos adquiridos, mis alumnos también tienen que memorizar caracteres primero y después aplicar ese aprendizaje haciendo comprensiones escritas, es decir, leyendo textos. Por lo tanto, la memorización y la aplicación de conocimientos son complementarios, no excluyentes.
Inger Enkvist piensa que un aprendizaje menos memorístico en la escuela pública es una medida elitista, porque si bajamos el nivel al final solo podrán tener una buena educación los que la puedan pagar.